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Prólogo
CARLOS LARA, EJEMPLO DE CAICAREÑIDAD
No por parecer un lugar común voy a dejar de decirlo: Carlos Lara entra ya en la categoría de los hombres útiles destinados a la consagración. Tiene un hijo, ha sembrado más de un árbol y ahora nos presenta un fruto de su intelecto y de su investigación, este su primer libro.
Para quienes conocemos a ese ser inquieto, presto siempre a las andanzas quijotescas, que es Carlos Lara, no nos sorprende que hoy se nos aparezca con un libro en la mano. Algún día lo iba a hacer, eso lo sabemos. Como también sabemos que ese libro es apenas el primero de muchos que vendrán en fila india.
Razones de legitimidad, y no el azar, llevan a nuestro amigo a la Sociedad Bolivariana de Caicara del Orinoco, y ya dentro de ella, gracias a su interés por la historia, a su acendrado bolivarianismo, a su amor al terruño orinoquense y a su dinamismo, sus consocios lo convierten en Presidente de la patriótica Institución.
Los caicarenses habrán visto pocos como Carlos Lara con tanto entusiasmo y tanto fervor por la patria chica. Le apasiona todo lo que se relaciona con Caicara del Orinoco, pintoresca población bolivarense de la que es difícil no estar enamorado.
Esa pasión por el terruño lo hace entregarse casi por entero a la lectura de sus crónicas, a la investigación de su pretérito heroico, a la organización de eventos motivadores del patriotismo y de la caicareñidad. La competencia de conocimientos que se realiza en este pueblo cada año es una muestra del empeño de este joven gladiador y de los hombres y mujeres que le acompañan en esta laboriosa empresa.
Su bolivarianismo, pues, no podía desembocar en un tema distinto al que trata en su libro primigenio. Tenía que ser así. Había que hacer un solo haz, como un manojo de espigas, con esas cartas de Simón Bolívar escritas en Caicara del Orinoco o en puntos del Municipio Cedeño, dispersas hasta ahora en diversos textos.
Los estudiosos de la vida y obra de Bolívar, así como los lectores corrientes y molientes, hallarán en estas páginas recreadas las acciones de nuestros próceres en su diario batallar por la libertad; las órdenes que minuto a minuto daba el Libertador a sus oficiales para que no se escaparan detalles que dieran al traste con la obra de emancipación.
Asombra ver la actividad incansable de Bolívar, de un punto a otro con celeridad suprema, actuando y creando, organizando política y administrativamente los territorios a su paso, así como cuidando hasta el cansancio la logística, encareciendo la presencia de ganado porque el ejército consumía más de cien reses diarias, prohibiendo la extracción de mulas porque éstas eran elemento indispensable para la carga que debía movilizar el ejército constantemente.
Bolívar en Caicara del Orinoco tenía una razón de ser. En primer lugar, su deseo de conocer en persona al General José Antonio Páez, cargado de leyendas en los Llanos de Apure. Necesitaba observar con sus propios ojos si esas hazañas eran sólo producto de la invención o realmente Páez se merecía el apelativo de “Llanero invencible”. Y Bolívar observó, atónito, cómo Páez, con sus cargas y sus “vuelvan caras”, era, sin duda, la primera lanza del mundo.
Luego, el Libertador debía aprovechar el dominio del río Orinoco para hacer contacto con el río Apure y llegar al corazón mismo de los Llanos, con la intención de seguir hasta Caracas con lo que después se llamó la Campaña del Centro, a través de Guárico, Aragua y Carabobo.
Todo esto formaba parte de una bien pensada organización, fruto de la genialidad militar de Bolívar. Pero el Libertador quería saber si podía contar con el General Páez. Este, en efecto, reconoció la autoridad suprema del Libertador, hizo que el ejército bajo su mando jurara fidelidad a Bolívar, y el mismo Páez se puso a las órdenes del gran Héroe.
Su paso por Caicara del Orinoco quedó, pues, registrado en sus cartas y en la de sus oficiales más cercanos, como es el caso de Carlos Soublette. Y estas son las cartas que Carlos Lara nos presenta hoy.
Con el tiempo y el ejercicio, Carlos Lara transitará con mayor propiedad el arduo camino de la escritura y de la investigación histórica.
Por lo pronto, recibamos con aplauso este libro, que queda desde ya en manos del lector.
En mi condición de Presidente en propiedad de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, actualmente de permiso por la misión diplomática que desempeño en Puerto Rico, y con la venia del Presidente encargado, coronel Arturo Castillo Máchez, doy la bienvenida a esta obra bolivariana.
Caracas, mayo de 2004
Vinicio Romero Martínez
Historiador

Prólogo
Me alegra inmensamente que, al fin, alguien escriba algo sobre Caicara del Orinoco. Y no se trata de “alguien”, sino del Lcdo. Carlos Lara, joven caicareño quien, haciendo sus estudios superiores en la Universidad Católica del Táchira, allá en San Cristóbal, sintió la necesidad de indagar sobre los orígenes e historia del pueblo que lo vio nacer.
Es un estudio serio, de muchas horas de investigación y sin más interés que el de darnos a conocer -con exactitud- datos sobre su fundación y la influencia que tuvo también en nuestra gesta libertadora, con la presencia de Simón Bolívar en estas tierras.
Enhorabuena, Carlos…
Mons. Gonzalo Tosantos
Caicara del Orinoco, enero 15 de 2006



